Café de Andrés, un rincón de cacao y bebidas de inspiración prehispánica en la Colonia Industrial
Hablar de lo que México le ha dado al mundo sin mencionar el chocolate es como hablar de tacos sin salsa: simplemente no se puede. Pero ojo, que en realidad lo que nació aquí no fue el chocolate como lo conocemos hoy, sino el cacao y el xocolatl, una bebida ancestral que los pueblos prehispánicos preparaban para llenarse de energía antes de irse a dar sus buenas batallas. El nombre viene del náhuatl xoco (amargo) y atl (agua o bebida), así que ya te imaginarás el saborcito. Cuando llegaron los españoles y probaron el xocolatl, decidieron endulzarlo con azúcar y leche —porque pues sí, el sabor amargo no era lo suyo—, y así nació el chocolate como lo conocemos hoy. Gracias, historia.
Y ahora que ya hicimos este viaje exprés por el pasado chocolatero, déjame contarte de un lugar que toma toda esa tradición y la sirve en una taza (y en un plato, porque no solo es bebida). Se llama Café de Andrés y está escondidito a unos pasos del metro Potrero, en la colonia Industrial. Está en la planta baja de una casona, lo cual ya le da puntos extra de misterio, pero lo realmente mágico es que ahí reviven el espíritu del xocolatl con bebidas que parecen salidas de un códice prehispánico… con un toque moderno, claro.
Aquí no vas a encontrar el típico chocolate caliente de sobrecito. No, señor. Vas a probar mezclas locochonas como el Atalquetzalli, que lleva cacao, flor de magnolia, hoja santa y un toque de chile; el Quetzalpapalotl, con cacao, romero, jengibre y canela; o el Yauhtli, que junta cacao con flor de pericón y achiote. También hay clásicos como el chilate, pozol o tascalate, por si andas más tradicional. Y si eres de los que necesita café para sobrevivir, tienen bebidas que combinan espresso con cacao. Puro poder ancestral con cafeína.
¿Y para el antojo? ¡Tamales, por supuesto! Aquí no se andan con cosas. Tienen tamales de frijol, de mole almendrado, de papa adobada, de hallaca y hasta uno llamado tzotobilchay, que viene con chaya, pepita de calabaza, verduras y una salsita de jitomate con habanero que te hace sudar de gusto. ¿Prefieres algo dulce? También hay tamales de higo, piña, guayaba, manzana o chocolate. Y si vienes en modo desayuno, hay de todo: huevos, enchiladas regionales, molletes, chilaquiles y hasta hot cakes. Por las tardes suelen tener menú del día, sabroso y que no te deja en bancarrota.
Pero Café de Andrés no es solo para venir a llenar la panza. Es un lugar que respeta y celebra las raíces de la cocina mexicana, pero sin ponerse solemne. Aquí lo ancestral se mezcla con lo contemporáneo y lo delicioso con lo accesible. Si te late probar bebidas y platillos que cuentan historias (literalmente), date una vuelta. Te prometo que vas a salir feliz, con el corazón contento… y probablemente con antojo de llevarte otro tamal para el camino.
¿De a cómo, de a cuánto?
Dirección: Victoria S/N, esquina con Sotero Prieto, Colonia Guadalupe Insurgentes, Ciudad de México, CDMX
Horario: Lunes a viernes de 9:00 a 20:00 hrs.., sábado de 9:00 a 14:00 hrs., domingo de 9:00 a 17:00 hrs.
Costo por persona: Menos de $250 pesos