Shonen Ramen, un rincón de ramen en la Colonia La Raza (Hospital La Raza)
Era sábado por la tarde, hacía un calorón de esos que te hacen pensar dos veces antes de prender la estufa, pero mi antojo por ramen no entendía razones ni temperaturas. Tenía dos rutas posibles: lanzarme hasta el ramen de Santa María la Ribera (pero qué flojera atravesar el caos de La Raza), o ir al ramen que más quiero, allá por Lindavista… pero, ¡zas!, estaban de vacaciones. Así que me puse en modo explorador y empecé a buscar algo más cerca. Fue así como di con Shonen Ramen, escondido en la colonia La Raza, a un par de cuadras del hospital que lleva el mismo nombre.

Llegué con el estómago vacío y la esperanza alta. Desde fuera, el lugar es tan sencillo como entrañable: una mesita de picnic afuera, y tras unas noren (esas cortinitas japonesas que uno ve en las pelis o el anime), se esconde un local chiquito pero bien aprovechado. Hay dos mesitas tipo cabina y una barra donde se cocina todo. Al fondo, un letrero de neón te da la bienvenida con un Maneki Neko feliz, devorando su ramen. Las mesas tienen más gatitos de la suerte, y junto a ellos, cucharas, palillos japoneses y chinos y de iniciación… ¡hay para todos los niveles!
Me senté y el chef, muy amable, me explicó que el menú no es kilométrico ni confuso: hay cuatro tipos de ramen. El Shoyu, hecho con caldito de pescado y salsa de soya; el Miso, con base de pasta miso (soya fermentada, para los curiosos); el Picante, que tiene fondo de ostiones y chilito bravo; y el Especiado, que huele rico y sabe más a jaiba que a maratón de playa.

Como uno quiere conocer lo clásico antes de lo aventurero, pedí el Miso Ramen. Cuando me preguntaron si lo quería con pollo o cerdo, me fui por el cerdito, que siempre queda bien en estas historias.
Poco después llegó el tazón: generoso, calientito y con todos los toppings que uno sueña: elotito, cebollín, alga, huevo suavecito y una porción buena de cerdo. Me ofrecieron una salsita picante que, en un inicio, parecía más inocente que una gelatina… pero ¡aguas!, conforme avanza el caldo, te empieza a picar el alma (y la frente). Delicioso castigo.

¿Y el sabor? La neta, bastante bueno. Tal vez no sea el ramen que va a cambiar la historia de la gastronomía capitalina, pero sí uno que cumple de sobra. Además, todo lo hacen ahí mismo: desde la pasta hasta los caldos. Nada de sobrecitos mágicos ni atajos.
Salí feliz, bien comido, con un Calpis en mano (esa bebida japonesa que sabe a Yakult con flow) y todavía con cambio en la cartera. Todo me salió por menos de $125 pesos. Así que sí, regresaré sin dudarlo cuando el antojo vuelva a atacar. Porque no necesitas irte hasta la Roma o Polanco para comer rico. A veces, el ramen está justo a la vuelta de la esquina.
¿De a cómo, de a cuánto?
Dirección: Quiches #56, Colonia La Raza, Azcapotzalco, Ciudad de México, CDMX
Costo por persona: Menos de $200 pesos
Horario: Lunes a domingo de 12:00 a 22:00 hrs.